Fuga entre dos aguas



El hombre tiene que establecer un final para la guerra. Si no, la guerra establecerá un final para la humanidad.

John Kennedy

Sólo durante la semana pasada murieron 250 personas en Iraq, entre ellas cuatro soldados yanquis, víctimas de ataques de la insurgencia. Esta es la paz con la que los norteamericanos abandonan el país, o al menos las principales ciudades, después de más de seis años de invasión. Era una de las promesas electorales de Obama, y los iraquíes lo celebran tímidamente bautizando el día como la fiesta de la soberanía. Pero, ¿la soberanía de quién? Porque quien dispuso la incursión y quien ha decidido zanjar el tema han sido los electores norteamericanos, muchos incapaces de identificar Iraq en el mapa…

De acuerdo que la guerra no debió empezarse siquiera puesto que la ONU no la aprobó, que los embustes que la fundamentaron se han desplomado ante el primer suspiro, que la aventura ha supuesto pérdidas incalculables en todos los sentidos y que quienes la preconizaron ya no gobiernan. Fue un despropósito, sí, pero la herida ya está abierta y Estados Unidos, por mucho que se haya cambiado el sombrero, no puede eludir ahora su responsabilidad señalando a la administración anterior. Quien rompe paga, y para eso se necesitan más tropas; ahora ya no vale aquello de la libre autodeterminación porque significa cargarle el muerto (miles de ellos) a quien no tiene culpa ni capacidad.

EEUU irrumpió en Iraq de manera abusiva y narcotizado por los vapores del petróleo. Con complicaciones, pero lograron imponerse. Desnudaron el Estado completamente y montaron uno nuevo envenenados por el encono. Limpiaron las instituciones públicas de afiliados a Baaz (el partido de Sadam): depusieron, desde la base hasta la cúspide, a la gente que conocía las estructuras del Estado. ¿Nadie pensó que en una dictadura, incluso para enseñar en un colegio, se requiere un carné del grupo regente? Un planteamiento desacertado para construir un país, se enemistaron con quienes mejor ayuda habrían proporcionado y los empujaron a la insurgencia. Lo que quedó del pastel se repartió entre kurdos y chiíes (antes discriminados) afines a las multinacionales occidentales.

Así se quedó la situación, con un tanque yanqui por batuta, en una especie de guerra afónica que destronó a Bush y sus socios (¡Ay, Ansar!). Les reemplazaron nuevos líderes que ondeaban una bandera blanca tejida con votos y que precipitadamente desampararon el conflicto. “Que se las apañen, fue mi rival quien apoyó la contienda”. Además, se ha comprobado que la bicoca iraquí no convence a las empresas: siquiera pujan por el petróleo. Y pretenden que una endeble columna de novatos impotentes soporte en solitario la conflagración de una nación arruinada, a medio hacer, en pleno diluvio de balas, con luchas étnicas y religiosas, con el terrorismo al acecho, con problemas vecinales, con mal abastecimiento, etc. ¿Qué pasará cuando transcurran años y la zona siga inestable? ¿Y cuando empeore el asunto? ¿Quién lo controlará entonces?


Extremaunción



“Padre; perdónalos, porque no saben lo que hacen”

Cristo antes de morir (Lc. 23,34)

Si algo tiene la muerte de bueno es que perdona todos los pecados del fallecido. Y así ha ocurrido con Michael Jackson, que hasta hace tres días aparecía en los medios como una caricatura andante y, sin embargo, ahora no cesan los homenajes. Repentinamente a todo el mundo le gusta la música de Jackson y lamenta enormemente su pérdida. Del tajo de la guadaña no brota sangre sino laureles. Nos habíamos erigido en jueces y condenamos a Jackson a cadena perpetua por los asuntos turbios que rodearon su vida. Pero ya ha cumplido su pena así que podemos volver a admirarle…

¡Qué hipócritas somos! Predicamos respeto por la Ley, defendemos el estado de derecho hasta la saciedad y reclamamos tolerancia e igualdad. Siempre y cuando no haya fama o dinero cerca, claro: producen una especie de reacción anafiláctica que nubla nuestros principios. Daba igual que Jackson hubiese sido absuelto de todas las acusaciones por el ordenamiento jurídico estadounidense, o declarado tutor único de sus tres hijos, que para el mundo era un genio repleto de excentricidades, un bicho raro que además poseía dinero y fama. Y eso, en esta sociedad de los estándares supone una falta imperdonable; somos demasiado morbosos para tolerarlo.

Así que un par de escándalos bastaron para eclipsar todo lo bueno que había hecho. Omitimos ese párrafo en su biografía que narra su filantropía: a lo largo de su vida donó 300 millones de dólares a la caridad (¡aparece en el Guiness de los récords por ello!); desde pequeño regalaba dulces con sus escasas ganancias; fundó USA for Africa, que recaudó otros tantos millones para dicho continente; incluso ha estado nominado en dos ocasiones para el Nobel de la Paz. Sin embargo, no se le recordará por todos esos méritos.

Su pasión por la infancia quedó transformada en perversión. Rápido olvidamos que Neverland fue un parque de atracciones paradisíaco siempre abierto a niños a niños enfermos, huérfanos, etc… A quienes además solía invitar a sus conciertos. También su lucha por la igualdad viró a los ojos de los medios en una especie de traición a la raza negra por su cambio de color: nadie quiso enterarse de la enfermedad degenerativa de su piel, vitíligo, que le provocaba manchas blancas en su piel, especialmente cuando se exponía al sol (de ahí la máscara, los guantes y la sombrilla); así que, cuando la mayoría de su piel carecía de pigmentación se operó para, al menos, ser monocromo.

Para el resto de mortales, Michael Jackson no era más que un loco, una estrella más malograda por el lujo. Por todos admirado y conocido, pero que no importaba a casi nadie. Estaba indefenso, así que la prensa de todo el mundo hizo negocio de él: el espectáculo andante en que le habían convertido supuso un cáncer. Siempre fuimos indiferentes a sus esfuerzos por combatir esa imagen que le devoraba. Pero al final, el artista halló la medicina que le sanó: un analgésico llamado Demerol.


¡Felices no vacaciones!



Los reyes son felices en muchas cosas, pero principalmente en esto: pueden decir y hacer lo que les plazca.

Sófocles

Una de las historias que marcó mi infancia fue “Alicia en el país de las maravillas” (me refiero a la película de Disney, la novela tardé unos cuantos años en leerla). Sin duda lo que más recuerdo siempre es la mítica escena en la que el Sombrerero loco y un conejo celebran su no cumpleaños con Alicia… Pues esta fantasía o algo parecido, a la gente que vive rodeada de maravillas, también le ocurre en la vida real. Y nunca mejor dicho, porque me refiero a la familia regia, quienes hace unos días anunciaron que iban a renunciar a las pomposidades vacacionales y a todos los gastos innecesarios.

Algunos, como fieles súbditos del Reino de España (nombre oficial de nuestro Estado), han engrandecido confusamente el gesto y ya se oye por ahí que este año los reyes se quedan sin vacaciones, que sólo van a disfrutar de un breve descanso. Pero esta envoltura de austeridad se reduce básicamente a mayor discreción en sus paseos con el Fortuna (solo llenar el depósito del yate cuesta casi 26.000 €, más la movilización de policías y guardia civiles), a que durante su estancia en Marivent los perros de Doña Sofía quedarán privados de sus piensos especiales (cuestan muy caros y en la isla no los venden) y a detalles de este estilo. ¡Cuán dañina resulta la crisis para algunos! O sea, que van a disimular el lujo y la holgazanería de cara al público.

En definitiva, gozarán unas vacaciones a cuerpo de rey. Bueno, mejor dicho, unas “no vacaciones”. Más o menos como su gira oceánica, otras “no vacaciones", pero eso sí, en calidad oficial (que cansan más, uf). Y bien que actúan, porque si no hacen turismo ellos, que por la gracia de Dios y de la Constitución tienen las arcas llenas, no sé quién va a ayudar a frenar la caída del turismo. Pero la intención es lo que cuenta. Cómo no van a solidarizarse sus majestades con los millones de parados, si prácticamente comparten ocupación. Y ya puestos a eliminar costes inútiles… Mejor me callo, no sea que algún crápula me denuncie por insultar a un símbolo nacional… ¡Felices no vacaciones!


Próxima estación...



El fascismo y sus similares administran certeramente una fuerza negativa, una fuerza que no es suya -la debilidad de los demás-. Por esta razón son movimientos esencialmente transitorios, lo cual no quiere decir que duren poco.

José Ortega y Gasset

El desarrollo de la humanidad es un gigantesco tren, en el que viajamos todos, que se dirige hacia donde nadie quiere ir, pero del que tampoco nadie quiere apearse. Para hacernos un croquis del convoy estudiamos y analizamos la historia y creemos que con eso podemos controlar la locomotora. Empleamos la razón constantemente para elaborar y demoler teorías. Supuestamente esto nos ayuda a proyectar la especie en el tiempo, nuestro objetivo primario, que la vía no se corte. Constituye una manera simple de no repetir errores, de conocernos y comprendernos mejor, de facilitarnos el trayecto.

Tenemos consciencia de que el destino, sea cual sea, será el mismo para todos puesto que inevitablemente nos transportamos juntos, y deseamos que nos resulte lo más cómodo posible. Sin embargo, unos cuantos pasajeros (bastantes más de los que creemos) van colgados del freno de emergencia. Y así avanzamos, a trompicones, con acelerones y frenazos, tambaleándonos en nuestro asiento, en danza permanente con la inercia.

Los espaldarazos no parecen nunca suficientemente fuertes como para molestarnos: “ya lo solucionarán y proseguiremos la marcha”, pensamos mientras continuamos sentados y mirando por la ventanilla. Si acaso algún curioso gira el cuello para ver qué sucede y lo comenta morbosamente con el resto. Pero el tiempo transcurre y seguimos igual, arrancando y parando, esperando a que alguien actúe, que venga el revisor y expulse a los fastidiosos que nos detienen constantemente. Y, como no llega nadie, persisten asidos al freno.

¡Ojalá existiesen dos trenes! Uno para ellos, que permaneciese parado, y otro para el resto.


Cifras para judíos y cristianos



Lo que para uno es derroche para otros es virtuosa inversión.

Amando de Miguel

Me negaba a escribir sobre algo tan banal, pero los omnipresentes coloquios con respecto al fichaje de Ronaldo me han vencido. La noticia ha dado la vuelta al globo y, pese a su semana de antigüedad, continúa siendo el Leitmotiv mediático. Sorprende pero nadie esperaba menos desde que Florentino irrumpió en Concha Espina: incluso el NY Times mantiene desde entonces a un enviado especial en Madrid para cubrir todos los movimientos de la nueva era florentina. Un eclipse total que ha saturado el panorama informativo de discusiones en el plano económico y divagaciones imprecisas que conviene aclarar con detalle:

  1. Lo pagado:

Ni el Real Madrid ha desembolsado 94 millones de euros por el fichaje, ni Ronaldo ganará tanto. Ese es el dinero que el Manchester ingresará por la venta del jugador; 93,9 para ser más exactos. Si a esto le sumamos los 10 millones que se agencia el representante del jugador, más los 13 millones de salario bruto por cada una de las seis temporadas que ha firmado, y las múltiples gestiones requeridas, el monto de la operación supera los 182 millones de euros. O sea, que ha costado casi el doble de lo que se viene diciendo.

  1. El sueldo:

Además de los cuantiosos estipendios deportivos del futbolista hay que tener en cuenta los ingresos por la explotación de los derechos de imagen. Estos, según estiman los más optimistas, rentarán unos 20 millones de euros (hasta ahora, por contratos publicitarios y demás obtiene 13 millones por año); claro, que los repartirá al 50% con el club blanco. Lo que suma un EBITDA de 23 millones por temporada para el luso; es decir, que cobrará 2.630 euritos por cada hora de vida, 73 céntimos de promedio por cada latido.

En una siesta de media hora ganará lo mismo que un currante tras un mes de madrugones. Y además, pagará los mismos impuestos. De acuerdo con la llamada “Ley Beckham”, los extranjeros contratados en España pueden tributar como no residentes (pese a serlo) durante los cinco primeros años, acogiéndose al tipo impositivo fijado para las rentas más bajas, el 24%. Raúl, por ejemplo, aun cobrando un tercio que el portugués, aporta el 43% de sus ganancias por ser español. Ronaldo pagaba en Reino Unido el 50%, lo mismo que si viviese en Bélgica o en Alemania, en Italia le supondría el 43 y en Francia el 50.

Total, que el veinteañero de Madeira sacará de su paso por Madrid 101 millones de euros limpios. A él le conceden ventajas fiscales para fiestas y Ferraris y al resto nos suben el tabaco y la gasolina…

  1. La rentabilidad:

La ofuscación pandémica causada por Pérez provoca que dispendio se traduzca por inversión. Si bien considerando las cifras anteriormente citadas, el Madrid deberá amortizar 20 millones de euros cada año que Ronaldo vista de blanco. A lo que hay que añadir el fichaje de Kaká, y los que vengan (más sus respectivas nóminas), y la deuda de 527 millones que ya arrastraban los merengues. Un difícil reto.

  1. El crédito:

Según las últimas informaciones, para la caza de estrellas, Caja Madrid le ha concedido un préstamo al Real Madrid de 76,6 millones de euros y Banco Santander ha hecho lo propio con otros 75,4. En suma 152 kilitos (sin contar los 57 que le prestó La Caixa para el aval electoral, que ya ha devuelto), 52 más de los que Pérez calculaba obtener inicialmente. Ya se supera hasta a sí mismo. Si bien algo ha fallado porque tenía planeado gastarse hasta 300 millones durante este verano en fichajes: 100 que hay disponibles en las arcas del club, más los préstamos bancarios y otro tercio que esperaba conseguir con la venta de jugadores. Sin embargo, según se rumorea, las expectativas de inversión han bajado hasta los 240 millones por los problemas para deshacerse de jugadores.

  1. La polémica:

Quede claro un aspecto: el dinero lo conseguirá Florentino, pero no le pertenece a él sino a los socios. En resumen, el Madrid funciona como una empresa privada en la que los socios son accionistas, por lo que tiene libertad para realizar los movimientos financieros que quiera. Nadie se lo impide al resto. Se plantea el binomio riesgo-rentabilidad, y la avaricia madridista ha optado por asumir mayor riesgo: la responsabilidad es únicamente de los madridistas.

El tema se presta a la demagogia e, incluso, ha llegado a hablarse del fichaje de Ronaldo en el Congreso. Alucino si esperan solucionar algo por ese camino. El club madridista está ejerciendo un derecho, y en todo momento cumple la Ley; así que es, como casi todo, opinable, cuestión de gustos, pero desde una perspectiva trivial. Que no traten de engañarnos, que el derroche merengue no es parte del problema. De hecho incentiva la circulación de capital. ¿No reclaman los economistas inversión y gasto para afrontar la crisis y el miedo que genera?

Y con respecto al sueldo estratosférico más de lo mismo. Ronaldo es único en el planeta: se requieren unas condiciones genéticas excepcionales y además mucho trabajo; que no ha llegado hasta ahí sin esfuerzos. En cambio, todas las grandes empresas sustentan consejeros dominicales y asesores por puro nepotismo, sin mérito ni función alguna, y parece que esto a nadie le molesta. El único problema se halla en el agasajo tributario, que supone un escupitajo para los principios de solidaridad y redistribución de la riqueza y esto tampoco incomoda a nadie. Pero el culpable no es ni el Madrid ni los futbolistas.

  1. El problema de fondo:

Lo peor de todo es la embriaguez de éxito y fama que envenena a un chaval que se cree rey del mundo. No por el endiosamiento en sí, sino porque todos los niños le imitan y crecen anhelando parecerse a su ídolo: un soberbio mujeriego sin escrúpulos, que puede tener lo que desee y que está en boca de todos. No le conozco, pero al menos esa es la imagen que ofrece de su vida privada. En la cual se fijan los otros jóvenes y conceden la misma importancia que al Ronaldo fenómeno del deporte y la publicidad. El verdadero problema es que se admiren esas conductas, pero allá cada cual.


El limpiabotas y su propina



A veces sucede así en la vida: cuando son los caballos los que han trabajado, es el cochero el que recibe la propina.

Dame Daphne du Maurier

El avión aterrizó entre una recepción encomiable, de esas con orquesta y presidente y todo, y de él descendieron dos centenares de mujeres duchas en artes marciales y en el manejo de las armas, féminas letales entrenadas para proteger a su jefe. En medio del harén de amazonas acapara las miradas un hiperbólico coronel de aspecto ochentero que adorna su recargado atuendo con una fotografía asida con un imperdible. Aunque lo parezca, la peculiar escena no procede de una película de Mel Brooks si no de la reaparición de Gaddafi, ahora de visita por Italia para cerrar algunos acuerdos con su amigo Berlusconi.

El “Hermano Líder”, ese controvertido revolucionario libio que se pretende referencia espiritual e ideológica, una de esas personas que un día es víctima y otro victimario; el típico personaje de culebrón al que los guionistas presentan como bonachón, luego le tornan malvado, vuelve a ser cándido, y así sucesivamente. Un sátrapa que redimió a un país del imperialismo, que luego se dedicó a financiar terroristas; un adalid de la liberación femenina en el mundo islámico pero que maneja a su conveniencia los recursos naturales de su país; un abanderado del desagravio de las colonias africanas que ha instaurado motu proprio una monarquía totalitaria; etc. Yin y Yang ultrapolarizado.

Este caracol beduino (siempre con la jaima a cuestas) continúa sin adherirse a la Declaración Universal de Derechos Humanos. Y esto, junto a su poder absoluto en Libia, le permite,bajo el manto del remordimiento poscolonial, negociar con Roma el tráfico de personas en el corazón del Mediterráneo. La cuestión es sencilla: a cambio de una disculpa pública del gobierno italiano por los años de expolio y explotación imperialista, aderezado con algunas sutiles compensaciones económicas, Gaddafi hace el trabajo sucio para frenar (y reprender) la inmigración sin rémoras porque está al margen de la Ley, la imagen y la política, exento de requerimientos morales o humanitarios. Y la UE, entusiasta de la ética, mira hacia otro lado mientras le limpian la bota de africanitos pobres.


Responsabilidad compartida



El hombre que me da trabajo, al que tengo que sufrir, este hombre es mi dueño, llámelo como lo llame.

Henry George

Franns Rilles Melgar es el boliviano de 33 años que ha saltado a la primera plana porque hace dos semanas se rebanó el brazo izquierdo trabajando en una panificadora valenciana, en situación irregular y en unas condiciones deplorables. Su jefe le abandonó a la puerta del hospital instándole a que ocultase las circunstancias del accidente; y además, tiró el miembro amputado a la basura. Una historia tremenda cuyas imágenes atraen la atención del más despreocupado. Dicho lo cual, no es necesario valorar al empresario: el juicio resulta obvio.

Sin embargo, cabe extender responsabilidades. ¿Dónde se esconden los inspectores de trabajo? Porque basta asomarse a la ventana para ver limpiadoras domésticas, jardineros, albañiles, guardianes de obras,…. muchos trabajando ilegalmente; y no todos inmigrantes sin papeles. Y si cualquier ciudadano puede localizar estos casos sin mayor problema, me gustaría saber por qué los profesionales que se dedican a ello (pagados por todos los contribuyentes) están tan ciegos. Y con los sindicatos lo mismo (también mantenidos por nosotros): ahora aparece CCOO para ayudar al panadero manco. ¿Qué pasa, que tenía que perder el brazo para que alguien le defendiese? Y para colmo el Gobierno, en otro alarde de demagogia, promete al mutilado que le concederá los papeles. ¿La tan soñada regularización cuesta una extremidad?

Parece que un apéndice muerto va a conseguir más que muchos años de duro trabajo. Resulta sencillo dejarse envolver por el clima de opinión que eclipsa la realidad con una historia que encarna las figuras del ogro explotador, malvado y sin corazón, y de la víctima, un honrado trabajador que lucha por la subsistencia. Pero el verdadero problema volverá a asomar: el culpable de lo ocurrido eres tú. Somos tú, yo, y nuestra condescendencia; es una responsabilidad compartida que rehuimos. Porque no hace falta tener rabo y cuernos para ser un explotador; seguro que al jefe de Franns hasta ahora nadie se los había visto. Y este caso, poniéndole el brazo, es el pan nuestro de cada día.


‘El Caballero’ de la cama redonda



Todo delito que no se convierte en escándalo no existe para la sociedad

Heinrich Heine

Se abre el telón. Aparece un muñeco de cera automotriz que representa a un titiritero rodeado de barbies. Se cierra el telón. ¿El nombre del político italiano? Sí, Silvio, “Il Cavalieri”, “Papi”, “Il Duce”… El empresario que lanzó una OPA a Italia satisfactoriamente y se convirtió en el consejero delegado de todo un Estado. Un personaje de vodevil idolatrado. Un tipo sin complejos; fuente inagotable de escándalos. El paladín de las derechas europeas. Un prohombre con suficiente poder para permitirse soltar periódicamente aforismos racistas, xenófobos, machistas, homófonos, fascistas, aporofóbicos, absurdos… y quedar impune. Uno de los grandes triunfadores de la democracia de audiencias.

La última aventura de nuestro héroe va de orgías de alto estanding en una villa mediterránea en las que participan jovencitas de cuerpo despampanante y maduritos adinerados. Por el emule circulan un sinfín de películas con una trama calcada a esta. Aunque parece que al protagonista no le ha gustado demasiado que se aireen esos asuntos: aún no está preparado para recibir el galardón al hipócrita del año. Conviene tener presente que se trata de un líder democristiano, ultraconservador y vehemente defensor de “la famiglia”. Todo un referente para los carcundas del mundo.

Sin embargo, por mucha algarabía y morbo que haya suscitado el tema, en esta ocasión nuestro admirado semidios tiene razón. Aunque las famosas fotografías hayan disparado las ventas ha sido a costa de invadir su intimidad y la de sus amigos. Quizá como asunto estrella en un medio sensacionalista habrían encajado, a eso se dedican, al espectáculo. Pero en El País chirrían. Por mucho que lo pretendan lo único que muestran esos reportajes es lo bien que vive Berlusconi; algo conocido por todos.  Para relacionar esas fiestas con el dinero público, algo que nadie duda, hace falta algo más que el repugnante pene de Topolanek apuntando al Vaticano. Claro que en PRISA tienen que achicar deudas para no hundirse, y renta más un mal paparazzi que una buena investigación.


La campana de Pavlov



La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrompida, por la elección hecha merced a una mayoría incompetente.

George Bernard Shaw

Ya se acaba la campaña electoral. Quedan poquísimas horas para que comience la jornada de reflexión: un día entero para cavilar. Así que me quedarán veintitrés horas y cincuenta y cinco minutos para ocuparme de cualquier otro asunto. Supongo que con cinco minutos me sobrará para dilucidar a quién otorgar mi voto; especialmente contemplando los enjundiosos argumentos que ha expuesto cada cual… Resulta paradójico que no haya nada sobre lo que meditar habiendo sido esta la campaña que más ha dado que pensar.

Se espera una participación del 40%; aunque probablemente será menor, sobre todo atendiendo a las cifras que arrojan otros Estados de la UE. Lo que implica que casi catorce millones de electores se acercarán a las urnas en nuestro país el domingo. ¿Y les parece baja? Pues apuesto un metrobús a que en España hay menos de un millón de votantes que conozca las iniciativas y propuestas concretas que planteará, al menos, uno de partidos españoles en la Eurocámara. Del programa electoral o un par de alternativas, lo que significaría decidir razonadamente, con una conducta verdaderamente democrática, mejor ni hablamos.

Claro que, sinceramente, dudo que incluso los afiliados a los partidos y toda la gente que acude a mítines y demás lo sepan realmente porque, salvo en casos aislados, la mayoría de las posturas que se defienden son muy ambiguas. En el “sí pero no” para eludir comprometerse coinciden todos. Aunque resulta razonable por cómo se estructura la Eurocámara (aglutinándose en grandes grupos a escala continental) y que en España sólo elegiremos al 7% de los parlamentarios; además de la ya de por sí reducida importancia que se le concede al Parlamento Europeo en el ámbito de las instituciones comunitarias. Total que nuestro sufragio concluye prácticamente irrelevante. ¡Soberanía divino tesoro!

Pero bueno, al fin y al cabo, no se puede exigir a la gente que comprenda la trascendencia que tendrá su decisión si ni siquiera sabrían enumerar los veintisiete miembros de la Unión Europea o los organismos que la conforman, etc. Y aún así, siguen insistiendo en que votemos, como si además de ignorantes fuésemos lelos. Parece que caldear un poco el ambiente escupiendo tópicos absurdos vale para hacernos creer que la abstención es de malos ciudadanos. Lo triste es que funciona: basta que los políticos agiten un poco la campana electoral para que mucha gente, como babosos perros pavlovianos, salga a la calle ondeando con orgullo la papeleta de su partido habitual, la cual ni siquiera habrá leído.

Felices aquellos que se satisfacen con secundar un dogma ciegamente, aunque eso suponga que sus derechos democráticos queden reducidos al mero placebo de perder un sobre dentro de un acuario repleto de papeles.


El relax del tonto



Apenas nos dignaríamos a mirar el arco iris si éste permaneciese por mucho tiempo en el horizonte.
Berthold Auerbac

Para que un artículo de opinión se considere periodístico (que tenga cabida en un medio de comunicación) se necesita que cuelgue de una percha de actualidad, que se base en algún hecho reciente que haya recibido tratamiento informativo. Si no, al menos, para responder al interés general debe tratar sobre un tema que pertenezca a la denominada actualidad permanente, noticias similares que se repiten constantemente, como la violencia de género o los accidentes de tráfico. En estos los últimos tiempos otro asunto recurrente ha pasado a engrosar esa lista: la corrupción y la malversación entre los políticos.

Por este motivo se explica que un comentario sobre el envilecimiento de aquellos que detentan cargos públicos encaje en un periódico cualquier día. Puede haberse pensado hace una semana, escribirse mañana y publicarse dentro de un mes; da igual, seguirá ligado a la actualidad con independencia de la fecha. Una realidad patente que pertenece a lo consuetudinario. Dato que indica el nivel de putrefacción rutinaria al que nos sometemos. Y pensar que nos regocijamos de vegetar en una sociedad democrática…

Hay un detalle aún más preocupante que resulta tranquilizador: la desconfianza en el sistema no supone un problema autóctono español. Basta escudriñar someramente los casos Brown o Berlusconi. Según un estudio reciente los españoles consideramos los partidos políticos como las instituciones más corruptas; el grado de corrupción que asignamos promedia el 3,6 (en una escala del 1 al 5), por debajo de la media de la UE, lo cual nos sitúa en el vigésimo octavo puesto del ranking.  En fin, mal de muchos, consuelo de tontos.