‘El Caballero’ de la cama redonda



Todo delito que no se convierte en escándalo no existe para la sociedad

Heinrich Heine

Se abre el telón. Aparece un muñeco de cera automotriz que representa a un titiritero rodeado de barbies. Se cierra el telón. ¿El nombre del político italiano? Sí, Silvio, “Il Cavalieri”, “Papi”, “Il Duce”… El empresario que lanzó una OPA a Italia satisfactoriamente y se convirtió en el consejero delegado de todo un Estado. Un personaje de vodevil idolatrado. Un tipo sin complejos; fuente inagotable de escándalos. El paladín de las derechas europeas. Un prohombre con suficiente poder para permitirse soltar periódicamente aforismos racistas, xenófobos, machistas, homófonos, fascistas, aporofóbicos, absurdos… y quedar impune. Uno de los grandes triunfadores de la democracia de audiencias.

La última aventura de nuestro héroe va de orgías de alto estanding en una villa mediterránea en las que participan jovencitas de cuerpo despampanante y maduritos adinerados. Por el emule circulan un sinfín de películas con una trama calcada a esta. Aunque parece que al protagonista no le ha gustado demasiado que se aireen esos asuntos: aún no está preparado para recibir el galardón al hipócrita del año. Conviene tener presente que se trata de un líder democristiano, ultraconservador y vehemente defensor de “la famiglia”. Todo un referente para los carcundas del mundo.

Sin embargo, por mucha algarabía y morbo que haya suscitado el tema, en esta ocasión nuestro admirado semidios tiene razón. Aunque las famosas fotografías hayan disparado las ventas ha sido a costa de invadir su intimidad y la de sus amigos. Quizá como asunto estrella en un medio sensacionalista habrían encajado, a eso se dedican, al espectáculo. Pero en El País chirrían. Por mucho que lo pretendan lo único que muestran esos reportajes es lo bien que vive Berlusconi; algo conocido por todos.  Para relacionar esas fiestas con el dinero público, algo que nadie duda, hace falta algo más que el repugnante pene de Topolanek apuntando al Vaticano. Claro que en PRISA tienen que achicar deudas para no hundirse, y renta más un mal paparazzi que una buena investigación.


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