Responsabilidad compartida



El hombre que me da trabajo, al que tengo que sufrir, este hombre es mi dueño, llámelo como lo llame.

Henry George

Franns Rilles Melgar es el boliviano de 33 años que ha saltado a la primera plana porque hace dos semanas se rebanó el brazo izquierdo trabajando en una panificadora valenciana, en situación irregular y en unas condiciones deplorables. Su jefe le abandonó a la puerta del hospital instándole a que ocultase las circunstancias del accidente; y además, tiró el miembro amputado a la basura. Una historia tremenda cuyas imágenes atraen la atención del más despreocupado. Dicho lo cual, no es necesario valorar al empresario: el juicio resulta obvio.

Sin embargo, cabe extender responsabilidades. ¿Dónde se esconden los inspectores de trabajo? Porque basta asomarse a la ventana para ver limpiadoras domésticas, jardineros, albañiles, guardianes de obras,…. muchos trabajando ilegalmente; y no todos inmigrantes sin papeles. Y si cualquier ciudadano puede localizar estos casos sin mayor problema, me gustaría saber por qué los profesionales que se dedican a ello (pagados por todos los contribuyentes) están tan ciegos. Y con los sindicatos lo mismo (también mantenidos por nosotros): ahora aparece CCOO para ayudar al panadero manco. ¿Qué pasa, que tenía que perder el brazo para que alguien le defendiese? Y para colmo el Gobierno, en otro alarde de demagogia, promete al mutilado que le concederá los papeles. ¿La tan soñada regularización cuesta una extremidad?

Parece que un apéndice muerto va a conseguir más que muchos años de duro trabajo. Resulta sencillo dejarse envolver por el clima de opinión que eclipsa la realidad con una historia que encarna las figuras del ogro explotador, malvado y sin corazón, y de la víctima, un honrado trabajador que lucha por la subsistencia. Pero el verdadero problema volverá a asomar: el culpable de lo ocurrido eres tú. Somos tú, yo, y nuestra condescendencia; es una responsabilidad compartida que rehuimos. Porque no hace falta tener rabo y cuernos para ser un explotador; seguro que al jefe de Franns hasta ahora nadie se los había visto. Y este caso, poniéndole el brazo, es el pan nuestro de cada día.


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