¿Regresando al futuro?



La imprudencia abre la puerta, y la pereza la mantiene abierta.

Refrán español

¡RING! ¡RING! Suena el despertador, otra vez. La enorme piedra de Sísifo se precipita leal a la gravedad, otra vez. Legañas, tráfico, alboroto, ceños fruncidos, desazón… Otra vez. Septiembre, el monstruo, regresa de ultratumba otra vez más. Y aunque no a todos nos suponga estrictamente la vuelta de las vacaciones, sí significa al menos la llegada de un nuevo curso que nos devuelve la rutina del anterior. Otra vez la tranquilidad se desvanece. Otra vez los brotes de energía y relax son sofocados por una pandemia de desgana. La intransigencia al calendario y la pereza son síntomas generalizados. Pero tampoco hay que alarmarse, solo se trata de una vaguedad transitoria. Lo que eufemísticamente llaman “depresión postvacacional”.

Superarla resulta obligatorio para retornar al trabajo. Sin embargo algunos se resisten: pretenden simular que trabajan para eludir así el trauma; o aplazarlo lo máximo posible. Pero esto en los políticos no cuela, así que dejen ustedes de disimular sembrando incoherencias porque se delatan. Capitaneando la cafetería, haciendo tiempo, está el Gobierno (como el café sale a 0,80 pues cafeinómanos todos), que por pura galbana se dedica a decir y desdecir; prefieren hablar sin pensar, ya luego se arrepentirán. Y mientras, en el despacho esperando está la estrella del momento, Doña Crisis Mundial de los Mercados, acompañada por su representante, Don Empacho de Demagogia y Excusas.

Primero vociferó el Gobierno unas ayudas a algunos desocupados; aunque inmediatamente han aprendido que una medida necesaria, y en principio popular, se te puede enquistar si no desarrollas la idea con un poco de esfuerzo y reflexión. Anda, que no caer en que quien más necesita la ayuda es quien más tiempo lleva sin ingresar un céntimo… Así que de la nada brindó una polémica y una retirada a la competencia. Y puestos a retractarse, se descosen los galones “de izquierdas” que lucían desde Moncloa: los famosos 400 euros y el cheque-bebé; antes sí, pero ahora ya no son medidas socialistas. Más vale tarde que nunca, y rectificar es de sabios… Claro, que más sabio hubiese sido hacer las cosas bien y a tiempo.

El resto de grupos políticos pues a lo que toca, aprovechar el regalito. ¡Puf! Pero ponerse a trabajar ya... Así que a alimentarnos de demagogia que es bonita, barata y no hay que cocinarla. El resultado: exigir más ayudas para cualquiera, pero sin tocar los impuestos. ¿Y eso cómo se come? ¡Pues para mí una paella, sin arroz! Por supuesto, quien más ha desperdiciado la ocasión ha sido el PP: ellos siguen en su isla, con la teoría de la conspiración, que da rédito electoral y no requiere ni mirar alrededor, ni recordar nada, ni elaborar argumentos de oposición al Ejecutivo. Está visto que montar ruido sube la audiencia y apetece más que sentarse en la mesa con el calendario en una mano y la calculadora en otra para estimar hasta dónde da de sí el déficit (que vamos a por el 5%).

Tampoco imaginaba que nuestros serviciales y atentos representantes políticos volviesen de sus cortas y austeras vacaciones con ganas de atarearse en la oficina. Más bien esperaba la reaparición tal cual se ha producido: como zánganos. Otra vez. La sorpresa ha sido que, por primera vez en la historia patria, la depresión postvacacional afecta a los parados, que a este paso se ven de veraneo todo el año.


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