F.A.Q. de las sicav



Ahorro debería escribirse sin “h” para economizar una letra

Chiste anónimo

De repente ha aparecido un nuevo concepto en nuestras vidas: sicav. Y, para nuestra suerte, hemos descubierto que España está copada de expertos en finanzas e inversiones; aunque hace un par de semanas ni supiésemos qué es una Sicav. Así, puesto que la mayoría de lo que se ha dicho demuestra un total desconocimiento en la materia, me sumo a grupo de “nuevos economistas” para aclarar algunas de las incorrecciones (y superficialidades ramplonas) que han divulgado los grandes medios.

¿Qué es eso?

Una Sicav es una sociedad colectiva de inversión en capitales variables que tributa al 1%… Simplificando, es una empresa (una sociedad anónima) que se dedica únicamente a invertir dinero en bolsa. No produce ni vende nada, únicamente invierte. Para información más detallada buscar en Google.

¿En qué se diferencia del resto de empresas y sociedades de inversión?

Su principal ventaja es su tributación simbólica: tan sólo el 1%. La panadería de debajo de tu casa, por ejemplo, tributa en torno al 30% (depende de deducciones, etc, claro). Como contraprestación se deben cumplir unos requisitos difíciles de alcanzar para el común de los mortales: básicamente para formarla se necesitan, al menos, cien accionistas y un capital mínimo de 2.400.000 euros. Una vez en marcha han de respetarse una serie de limitaciones, como diversificar la inversión, para reducir los riesgos (ya se sabe que la bolsa es un casino).

¿Para qué sirve?

Para que los millonarios ahorren. No les vale ingresar el dinerito en la cartilla como hacemos los del vulgo. Ellos lo hacen bien e, incluso cuando ahorran, siguen ganando dinero.

¿Por qué se habla tanto de ello ahora?

Porque el Gobierno anunció que subiría los impuestos a las rentas de capitales. Sin embargo, nuestra Ministra de Economía, Elena Salgado, asomó la cabeza inmediatamente para tranquilizar al alarmado millonario ibérico, una especie dispuesta a migrar en busca del clima fiscal más propicio, y aclarar que la tributación de las Sicavs permanecería inmutable pasase lo que pasase. Así se ha destapado la polémica acerca de este tipo de sociedades.

Si se supone que los ricos deben pagar más impuestos… Entonces, ¿por qué coño existen las sicav?

Porque ellos lo valen. Tal cual. Si no tragábamos, no entrábamos en la Unión Europea. Las Instituciones de Inversión Colectiva (IIC) son otro de los múltiples tropezones que se colaron con el puré de subvenciones y ayudas.

¿Por qué no contribuyen con lo mismo que el resto?

Un fundamento para que paguen tan pocos impuestos es porque se trata de una institución colectiva, por tanto, un vehículo neutro de inversión. Es decir, que en teoría pierde el control sobre su dinero hasta que lo retira de la sicav. Además, los dividendos (su fuente de ingresos) ya han tributado previamente.

No obstante, conviene aclarar algo que se está divulgando erróneamente en los medios. Lo que tributa al 1% son los ingresos que generan sus inversiones en mercados cotizados. Pero, esos ingresos siguen estando dentro de la sociedad. Si se repartiesen dividendos, o alguien decidiese retirar su dinero de la sicav, debería además tributar por la plusvalía (el aumento de valor de su cuota de participación). Es decir, de lo que fuese a parar de nuevo para sus bolsillos, pagaría un 18%, igual que cualquier familia.

¿En qué benefician a la sociedad?

En teoría, repercute positivamente en la sociedad porque fomenta el ahorro y la inversión en nuestro país; aunque una sicav puede invertir en la City o en Wall St. sin problemas. Para la economía (especialmente la capitalista), el dinero que se estanca, lo que guardamos en el calcetín, son recursos y oportunidades que perdemos para continuar creciendo (financieramente). Se supone que con esta figura tan ventajosa se estimula a los millonarios para que sus fortunas se reviertan en el tejido empresarial. Bueno, o al menos en las grandes empresas, las únicas con capacidad de cotizar en bolsa.

¿Cuál es el problema de las sicav?

Que su marco legal es excesivamente laxo. Y esto para los tiburones, que se las saben todas, supone un libertinaje de movimientos contraproducente y al final, las sicav se convierten en un refugio fiscal para las grandes fortunas de nuestro país.

De hecho es habitual que las sicav supongan un fraude. El señor millonario se acerca al banco, dice que tiene tres mil millones y lo quiere formar una sicav, pero está la traba de reunir a cien personas. Así que el banco, ofreciéndose como entidad gestora, le procura a 99 empleados que, a cambio de una propinita, firmarán encantados un papelito aceptando su participación en la sociedad: aunque su aportación sea de un euro (la ley no establece una cuota mínima para cada socio). Estos son los llamados mariachis, por la ranchera aquella de “con dinero y sin dinero…”. Y así está el percal.

¿Qué podría suceder si se aumentasen la carga impositiva a las sicav?

Pues se teme una fuga de capitales a otros países de nuestro entorno con menor presión fiscal para este tipo de sociedades. Bastaría con liquidar la actual sicav (también pagarían impuestos por esto) y formar una nueva con sede en el otro país. Seguramente el dinero seguiría estando invertido en la bolsa española, puesto que es la que mejor conocen; así que lo gordo del asunto no peligraría, aunque el miedo está presente. Pero el Estado perdería el 1% de los beneficios más el 18% de las plusvalías, que tarde o temprano llega. La única solución pasa por una directiva europea que forzase incrementar la tarifa impositiva conjuntamente para “acorralar” a los tiburones.


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