Vuelva usted pasado mañana



Cuando el león envejece hasta las moscas le atacan.

Proverbio Chagga

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha remitido al Defensor del Pueblo, Enrique Múgica, un informe en el que se analizan los retrasos en las ayudas que concede la Ley de la Dependencia para que investigue si se están produciendo deficiencias (veremos qué sucede). La conclusión del estudio ha sido que el 50% de los afectados están descontentos porque el proceso es excesivamente lento. Lo más triste es que la cifra no me causa alarma, incluso me parece satisfactoria: por lo menos la mitad están contentos, al fin y al cabo será un cinco raspado pero es aprobado, y ya sabemos lo que le gusta quejarse a la gente… 

Pero el porcentaje sí es preocupante, no cuantitativamente pero sí por el carácter cualitativo: ¡están tardando entre ocho y quince meses en resolver las solicitudes! Tremendo si se piensa que en la mayoría de los casos se trata de ancianos que si pudiesen erguirse otearían los remos de Caronte acercándoseles. De hecho, miles de ellos mueren en la espera. Y hasta ese momento los familiares, de los que dependen, se ven obligados a hacer malabares con el reloj y el calendario para no abandonarlos mientras se dirigen periódicamente a “las otras ventanillas” a cumplimentar “los formularios que faltan”.

Y mejor no entrar en política y hurgar en las trabas que ponen algunas Administraciones autonómicas, como la de Madrid y la de Valencia. Prueba de ello es que las calificaciones están muy descompensadas entre comunidades autónomas: País Vasco, por ejemplo, obtiene un notable mientras que Madrid un suspenso calamitoso. Una verdadera pena que por rencillas políticas haya personas privadas de un derecho inherente al estado social de bienestar. 

Incomprensible. Parece que se pretende tornar a todos dependientes, a unos de sus familiares y a otros de la burocracia; por falta de seriedad en el trabajo, que el procedimiento puede ser complejo pero urgente y ya sabemos cómo funcionan estas cosas: la demora se produce en gran parte por la desidia de los encargados. Curioso que esta información se publique el mismo mes que se celebra el bicentenario del nacimiento de Larra, aquel que caricaturizó la pereza de los españoles y sus instituciones, porque resulta que dos siglos después seguimos siendo capaces de no comer por no llevarnos la comida a la boca.


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