¡Mira, un burro volando!



El gobierno despótico es un orden de cosas donde el superior es vil y el inferior está envilecido

Nicolas de Chamfort

Recuerdo el día que mi madre me castigó sin salir hasta que guardase la ropa en el armario. Objeté con una rabieta pero donde hay patrón… Así que henchido de inquina me vengué obedeciendo sus órdenes literalmente: embutí el fardo en el armario tan precariamente que tuve que contener la puerta con una silla. Y así, con la ropa metida en el armario me apresuré a la puerta confiando que nunca me descubrirían. Bien, pues esto es aproximadamente lo que ha sucedido con Aguirre, la investigación del espionaje y Rajoy. Ella no quería formar la comisión pero, aunque con berrinche, obedeció y ha plasmado su desquite con una chapuza propia de un sátrapa.

Honestamente, no esperaba que la Comisión de Investigación aclarase mucho ni que descubriese a algún responsable. Auguraba que resultaría una mojiganga tras la cual los ciudadanos seguiríamos con la duda. Otra tribuna más para el partidismo. Pero ni sospechaba que concluiría tan desvergonzadamente. Se ha cerrado con cuatro sesiones tan cortas como improductivas, dirigidas por los supuestos culpables (un oprobio a la ética) y en las que no se ha permitido que compareciesen muchos de los implicados. Acusados acusando a acusadores ha sido lo único que han ofrecido los tres partidos.

Solo se ha visto una gavilla de zafios burlándose de la democracia. No ha convencido ni a quienes se mostraban predispuestos a ello. Se ha demostrado que la mayoría absoluta otorga legalmente el control imperioso del sistema, pero no la posesión de la verdad. Me siento subestimado con una mentira infantil. Ha sido una lección magistral de despotismo la del Partido Popular en la Asamblea de Madrid de la que yo, como buen alumno, he tomado apuntes detalladamente porque estos temas es mejor recordarlos cuando llegue la hora del examen.


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