Baltasar y le tiraron



Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia.

Miguel de Cervantes

Estamos en Fallas y algunos aprovechan la festividad para hostigarnos con pirotecnia. Me refiero a la acuciante campaña victimista del Partido Popular contra Garzón (su ninot particular), quienes diariamente lanzan ‘petardos’ que retumban mucho en los medios pero que, una vez detonan, solo dejan humo y olor a pólvora quemada. Ayer tocó denunciar al magistrado ante el CGPJ y el Tribunal Supremo, ración doble de estruendo para que no nos aburramos, aunque preveamos el absurdo final.

Suscribo que Baltasar Garzón no personifica el ideal de juez. Su reconocido prestigio y su meritorio currículum como magistrado se ensombrecen por su histrionismo mediático. Es el único juez que la mayoría de los españoles conoce; en la prensa le apodan “juez estrella” y su figura (involuntariamente) se ha politizado. Se ha convertido en un personaje público con defensores y detractores, un elemento opinable, algo insólito en un juez y que de cara a la galería le desacredita. Ejemplar en cuanto a actividad judicial se refiere pero con un nombre ya demasiado manido.

Sin embargo, por muy popular que sea Garzón, no está justificado el acoso al que le están sometiendo algunos medios, que han husmeado en su vida personal para desenterrar sobresueldos por conferencias de hace dos y tres años. Es un juez, merece un poco más de respeto. Aunque no es muy ético que un tipo con su cargo pueda recibir esos cuantiosos extras, no quebranta ninguna ley; por tanto el problema no radica en él sino en la legislación que lo ampara. El resto es difamar.

Dicho lo cual, si tanto preocupa el lucro de Garzón las energías deberían enfocarse a elaborar una ley que imponga un máximo para los ingresos extraoficiales de los altos funcionarios. Todos lo aplaudiríamos. Claro que acabaría con el chollo de muchos diputados, secretarios, etc. Ahí se esclarece cuál es el interés real que persiguen los ataques al magistrado: escandalizar para obtener rédito electoral sin arreglar nada. Pero es innecesario, el estancamiento del Gobierno le brinda a la oposición la mejor oportunidad para aparecer con propuestas y reproches serios y ganar así votos, con razones y argumentos, no con polémicas y teatrillos. De seguro se les recompensaría.

Yo por lo menos, mientras las explosiones partidistas continúen enmudeciendo la política, a taparme los oídos y a mirar para otro lado, que ya nos arrepentiremos de esta cremá.


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